Bichicos de Alcublas




Triops cancriformis

Como últimamente están apareciendo en los medios muchos “bichicos” que viven en nuestro querido pueblo
como el Isaura Mayeti tengo que contar una historia que me ocurrió a mi en el Prao.
Eran mis hijos pequeños y les gustaba mucho ir a jugar al Prao, sobre todo cuando estaba inundando.
Un día descubrimos en un charco unos pequeños animales que se movían en su interior, nos acercamos a observarlos
Y la verdad es que nos parecieron muy extraños.
Eran como la forma de cuchara, pero con armadura y cola.
Le hicimos una foto y seguimos jugando y disfrutando del día.
Cuando revele las fotos me picó la curiosidad y empecé a investigar, dado que era una animal muy extraño, con la
forma que he dicho antes, como si fuese una cría de rana, pero con armadura.
He vuelto otras veces y no lo he podido observar, pero me pareció muy interesante.
Ojala que estos hallazgos últimos ayuden a declarar humedal protegido “El Prao”.
No se si alguien más lo ha visto, si alguien los contemplado alguna vez, me gustaría, me lo hiciese saber. Gracias.
J. R. Casaña

TRIOPS
Los Triops son un género de crustáceos de pequeño tamaño. Su vida suele ser corta, de 20 a 70 días como media, según la especie a la que pertenezcan.
Suelen vivir cerca del fondo del agua , agrupados.
Se estima, que por ejemplo la especie Trios canciformis tenga 220 millones de años.
El Triops cancriformis es un crustáceo branquiópodo del género de los notostráceos. Se considera la especie más antigua del planeta y su forma no ha variado en 220 millones de años.
Se trata de un fósil viviente y un auténtico superviviente cuyos huevos pueden resistir varios años en condiciones extremas de sequía y frío. Si en la población escasean los machos, las hembras pueden reproducirse por partenogénesis sin la colaboración de estos.
Los Triops o Tortuguetas en estado salvaje presentan una dieta omnívora y comienzan a alimentarse frenéticamente de todo lo que encuentran al poco de nacer. Navegan por el fondo de la charca hurgando en el lodo y prefieren alimentarse de detritus vegetal pero si este escasea devoran renacuajos, artemias o a sus congéneres cuando están mudando el caparazón y son más frágiles.
Observarlos es apasionante porqué sus costumbres son totalmente distintas a las de cualquier animal que hayas podido ver.

Plantamos 700 árboles


El 18 de Enero plantamos 700 árboles.

Como estaba previsto, a las diez y media aparecieron los integrantes de la Falla “Generales” de Benicalap, con buen ánimo y con doscientos y pico de plantones de carrasca y pino. Por retrasos de algún coche y mareos de una niña, a la que las curvas no le van mucho, esperamos unos minutos, pero por fin, en una larga caravana de coches, nos fuimos para el Collao Herrero diecisiete niños y trentaicuatro adultos, acudiendo más tarde cuatro vehículos más con gente de Alcublas. En total y durante los cien minutos que duró la plantación, participaron cuarenta y seis adultos y veintidós niñ@s.

Nos encontramos con el terreno preparado, una hermosa y soleada mañana, y el agua a pie de tajo, así que sin más preámbulos nos pusimos manos a la faena aleccionando a los niños como se plantaban los árboles y despertando su interés, de tal forma, que dejaron de jugar con los dos perros que llevamos,(trufa y etoo), y cogieron azadas, ganchos y palas, aunque también les atrajo el abrevadero con el agua que, por cierto, estaba con hielo.


Al estar hechos los surcos, todo preparado por Miguel, y con sus sabias indicaciones se adelantó mucho: unos con la azada, otros con los cubos y por diferentes caballones cada grupo formado. Por ello, Serafín cogió el coche para subir del almacén municipal más plantones. Sólo pudo con nosotros el hambre y la cervecita fresca, se estaba acercando la una, y en el Jubilao nos esperaba un almuerzo-comida y un merecido descanso. También los niños estaban reclamando su “manduca”. Foto de rigor, recogida de trastos y a almorzar que más de uno ya iba en mangas de camisa y sudando.

En el almuerzo se acordaron varias actividades con la falla: abrir un sendero con los niños y excursión a la Balsa silvestre para Abril. Se cruzaron invitaciones mutuas y encantados con el pueblo, el pan, el trato y su ambiente nos fuimos a la mascletá despidiéndonos de ellos y agradeciendo su colaboración y amabilidad.

Para ellos el día no acabó ahí, se de fuentes bien informadas que se acercaron al polideportivo y probaron el conejo al ajillo, el mejor que jamás habían probado, que los niños no se fueron hasta que cerraron el mundo infantil y jugaron a fútbol, y que nunca habían tenido una salida como la de Alcublas.

Las hierbas de Miguel

Ortiga (Urtica urens, U. dioica)
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La ortiga representa la torpeza de la subjetividad humana para definir lo que, en la naturaleza, es bueno o malo. Esta "mala hierba" posee tal cantidad de virtudes que el hombre le ha dado multitud de usos a lo largo de la historia, desde alimento hasta afrodisíaco, pasando por diversas aplicaciones medicinales, usos textiles, como fuente de pasta para fabricar papel, tintes e incluso, si eres supersticioso, para obtener coraje. Todo el mundo la conoce, de ahí uno de sus nombres "hierba de los ciegos", pues hasta estos la reconocen con solo rozarla. La ortiga, por común y abundante, es una de esas plantas cuyas virtudes y usos debería conocer todo amante de la naturaleza.
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En Alcublas además los niños la conocían antaño como “picamato”, y la utilizaban en un ritual-juego que realizaban el día de la “salpacia” o de la bendición de las casas al acabar la Semana Santa, consistente en machacar con sus mazas de madera las ortigas que previamente habían recogido, al tiempo que decían con algarabía: “picamato, si me picas te mato”.
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La descripción es innecesaria, pues todo el mundo conoce la ortiga. Lo que ya no es tan conocido es que, al lado de la ortiga mayor (Urtica dioica), que alcanza entre 50 y 150 centímetros y es la más común, suele crecer otra, la ortiga menor (Urtica urens) de unos 60 centímetros y picadura más rabiosa que su hermana mayor. Ambas tienen idénticas propiedades. Se suelen encontrar próximas a zonas habitadas, setos y caminos.
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Es mejor recolectar los brotes tiernos y las hojas, y desechar los tallos más duros. Las propiedades urticantes desaparecen con la cocción o 12 horas después de recolectada. La forma más sencilla de prepararlas es, después de lavarlas con unos guantes, hervirlas entre 10 y 15 minutos. Luego aliñarlas con aceite y sal. También es posible prepararlas en tortilla, sopas o puré. La ortiga como alimento aporta hierro, silicio y además contiene una importante cantidad de proteínas y vitaminas A, C y K.
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Una de las principales propiedades reconocidas de la ortiga es su efecto diurético, para que nos entendamos, las plantas diuréticas eliminan las toxinas de la sangre y a menudo aumentan temporalmente la secreción de orina, pero también está indicada para el tratamiento de afecciones reumáticas, hepáticas, gota, cálculos renales, diabetes y anemia.
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La ortiga también tiene una utilidad cosmética ya que embellece y limpia la piel. En estos casos se suelen usar aplicaciones de compresas empapadas en el jugo de la planta o el propio jugo usado como loción. Está indicada en afecciones cutáneas como acné, eccemas y, según algunos, incluso psoriasis, y se recomienda contra la caspa, para el aclarado como un acondicionador y, con muchísima frecuencia, contra la caída del cabello.
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Para preparar el jugo de ortiga se prensan las ortigas o se pasan por la licuadora. Para las infusiones, se recomiendan dos cucharaditas de hojas en 1/4 de litro de agua hirviendo, y dejar hervir durante 5 minutos. Se toma una taza por la mañana y otra por la noche durante 4 a 8 semanas.
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Respecto a la raíz, se hierven dos puñados en medio litro de agua y se usa como loción. Si queremos almacenar la planta en nuestro botiquín natural tenemos que dejarla secar a la sombra y luego las guardaremos en frascos o bolsitas. El periodo más adecuado para la recolección es entre mayo y Agosto, salvo en el caso de la raíz, que se recoge en otoño y se trocea antes de ponerla a secar.
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Para concluir, y como curiosidad, señalar que en el siglo XVI el médico y alquimista Paracelso indicaba que llevarla encima proporcionaba valentía y audacia, y también le permitía saber si un enfermo moriría o saldría de su enfermedad: echaba ortigas en la orina del paciente y las dejaba 24 horas. Si la planta se secaba, el paciente moriría, pero si permanecía verde, sobreviviría.
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