El Cuco


Cuculus canorus

UN AVE PARÁSITA

Nuestras tierras son realmente un auténtico corredor por donde circulan muchas de las aves viajeras, que como ya hemos comentado, vienen de África rumbo al resto de Europa. Este es uno de los motivos que justifican el gran número de especies avistadas en nuestra comunidad.

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Hace algunas semanas que el frescor del invierno hace guiños por desaparecer. Alguna borrasca procedente de norte de África dio el banderazo de salida migratoria para muchas aves. Pronto se expandieron por nuestra agraciada Península y como siempre hacia el Norte, hacia Europa.

Me encuentro escondido en una tienda de camuflaje con mi compañero de aventuras J. Luís Sanmiguel; un pedralbino aficionado a la caza fotográfica con el cual comparto una de mis últimas aficiones. El forro polar no nos estorba.

Por nuestra espalda comienza a elevarse los primeros rayos del sol que se desparraman por el vallejo despertando la vida. Oleadas de pajarillos bulliciosos entran y salen de una fuente que deja correr su cristalina agua entre la vegetación muy cerca del pinar: verdecillos , verderones, pardillos , jilgueros, piquituertos.


Otros, menos gregarios, acuden por la fuente de forma más discreta: papamoscas, petirrojos, currucas ……y algunos de mayor tamaño como el huraño Arrendajo.

Frente a nosotros, en lo alto de una salina un Triguero lanza sus crujiente reclamo. Pero las cámaras no se inmutan, esperamos impacientes otro sonido. Mientras tanto, al fondo de todo ello captamos el zumbido de las inmensas palas de los generadores eólicos a nuestra espalda; que pena.

Nuestros codos se chocan al escuchar a lo lejos esos dos tonos repetitivos y esperado; “cuc-cuu….cuc-cuu” ………. Es el Cuco). Es nuestro objetivo.

Tenemos las ópticas encaradas a un almendro muerto, cubierto de dorado liquen, que domina el espacio abierto del vallejo. Esperamos que se pose en su recorrido territorial a lo largo de la mañana.


En silencio, atentos, intentamos adivinar la situación del ave en aquel entorno. Parece que se acerca. Ahora lo escuchamos a nuestra espalda, ya no muy lejos.

Un ronco y risotante sonido pasa por nuestras cabezas, e inmediatamente a nuestra derecha escuchamos de inmediato el reclamo; pero se trata de un segundo cuco, por eso protesta.

Con el corazón algo acelerado escuchamos impacientes a las dos aves. Esperamos que de un momento a otro acierte a posarse en nuestro insinuante y resplandeciente almendro muerto.

Veinte minutos más tarde nuestras cámaras, comienzan a registrar tímidamente, las primeras fotos. El cuco, enardecido, se ha posado con las alas caídas y grandes movimientos de cola e inicia su poderoso reclamo. Trata de sobreponerse a los cantos del rival ante nosotros, en lo alto de las ramas, donde queríamos.


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El Cuco (Cuculus canorus) es una de las dos aves parásitas de Europa, de nuestra ornitología, por su extraordinaria adaptación que ha debido desarrollar para su procreación, clave para su perpetuidad.


Todos conocemos, que esta ave, del tamaño de una urraca, no realiza nidos para incubar sus huevos, si no que los deposita en ajenos. Su víctima es un insectívoro que conoce muy bien, es la misma especie de paseriforme que lo adoptó, cuidándolo desde su nacimiento.

Escondido entre la fronda, observa los movimientos de la pareja que repite sus viajes al nuevo nido terminando su puesta.

La hembra del cuco hace un seguimiento minucioso del nido, y aprovechando la ausencia momentánea de los pajarillos, cuando lo considera oportuno, sustituye uno de los huevos de la inocente pareja por el suyo, preincubado en su oviducto, con el fin de que nazca antes y expulse fuera del exiguo recinto a los huevos, o por defecto, a los pollos del ignorante adoptador pues le incomodan. Cada hembra repetirá esta acción unas 10 o 15 veces en la temporada.

Pero deberíamos saber algo más que le da a esta ave su genial evolución.

El huevo que instala, debe ser muy parecido al del ave receptora: en forma, coloración e incluso imita el diminuto tamaño; algo chocante para tan enorme ave.

Si el huevo intruso no cumplieran estas cualidades, el titular, reaccionaría eliminándolo del nido, olo que es peor, abandonando toda la puesta y el cuco fracasaría en su intento.

Por ello, cada familia de cucos está especializada en una especie concreta de receptores: petirrojos, currucas, lavanderas, Carriceros…….

Todos los huevos de estas aves paseriformes, que en Europa llegan a ser más de 100 especies y tienen un aspecto diferente. Por ello, hay el mismo número de linajes, de familias de cucos, que no deberán equivocarse, pues su descendencia se acabaría.

La hembra del cuco, busca un nido de la especie con aspecto de su adoptante; esa es la clave.
Curioso ¿no?

¡Ah!: y recordaros que esta ave es una especialista en comer orugas peludas, como la procesionaria.

Hasta pronto.

Manuel Ambou Terradez


Anónimo dijo...
Manuel, preciosa entrada y preciosa fotografia, tu delicadeza en la exposición de la naturaleza y de estas aves es extraordinària.
23 de junio de 2010 08:38

Anónimo dijo...
Me encantan los relatos de este nuevo colaborador, que bien lo cuenta y que curiosidades nos desvela, como la de sustituir un huevo de otro nido por los suyos, no tenía ni idea.
Eso me hace reflexionar que en la vida real, entre los humanos puede pasar lo mismo.
Espero el próximo artículo.
23 de junio de 2010 09:58

Ecosistema dijo...
Yo pienso como el autor la importancia de los huevos para sobrevivir y que no se extinga la especie, es muy interesante.
Tenia un profesor que decia, que la confianza era tan delicada como un huevo, solo se rompia una sola vez y habia que cuidarla.
23 de junio de 2010 14:48

Huevo duro dijo...
Esto de los huevos me recuerda a uno de los grandes secretos del franquismo y, sobre todo, de su principal protagonista, el propio dictador.. El testículo presuntamente perdido por Francisco Franco cuando tenía 23 años.
Si los hubiera puesto a buen recaudo en el nido
adecuado seguro que esto no le habría pasado.
24 de junio de 2010 22:04

Los abejarucos, joyas del aire



Todas las primaveras, cuando los rayos del Sol comienzan a templar el aire, alguna borrasca procedente de África nos devuelven esa abundante vida de aves migratorias.
Ascienden por nuestra península en hordas, según especies, montadas sobre vientos cálidos favorables, volando hacia el norte, buscando por Europa sus lugares de nacimiento.
Ahora, nuestro entorno, se ha decorado con su abundante flora de múltiples colores que invitan a pasear por el campo, por nuestros montes. Pero unas pinceladas de color se han unido a la hermosura del paisaje. Pasan ante nosotros con elegantes planeos, mostrando su impresionante librea, mientras pinzan en el aire a los insectos.

Acompañan sus vuelos con su reclamo de alegres gorjeos y tras su captura regresan a su atalaya donde se encuentra su pareja. Son los Abejarucos.
Se instalarán en zonas abiertas, donde se encuentre algún talud arenoso. Allí se pelean por ocupar nidos anteriores o excavarán nuevos y profundos túneles, que amplían en el fondo para la cámara de nidificación. Esta técnica de excavación la realizan dos especies más: el Martín pescador y el Avión zapador.

Es una de esas cinco aves, llamadas coralinas, de extraordinaria belleza: Abubilla, Oropéndola, Carraca, Martín pescador y el Abejaruco, que enorgullecen a nuestra abundante y singular fauna ornitológica.
La observación de estas hermosísimas aves de ojos de rubí con ópticas de aproximación es francamente grata.
Sus presas serán insectos medianos y grandes, capturados en vuelo. Por ello y a causa de los plaguicidas, poco a poco, lentamente van disminuyendo los individuos que antes formaban abundantes grupos familiares.

Seis meses residirán en nuestras agraciadas tierras para envidia de la mayor parte de Europa, la del norte.
Cuando se agote el Agosto y comience Septiembre, la algarabía de abejarucos regresará hacia el Sur, para saltar el Estrecho de Gibraltar a lomos de alguna tormenta favorable, hacia esa África tropical y austral, de donde partieron.


Manuel Ambou Terradez