Ortiga (Urtica urens, U. dioica)
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La ortiga representa la torpeza de la subjetividad humana para definir lo que, en la naturaleza, es bueno o malo. Esta "mala hierba" posee tal cantidad de virtudes que el hombre le ha dado multitud de usos a lo largo de la historia, desde alimento hasta afrodisíaco, pasando por diversas aplicaciones medicinales, usos textiles, como fuente de pasta para fabricar papel, tintes e incluso, si eres supersticioso, para obtener coraje. Todo el mundo la conoce, de ahí uno de sus nombres "hierba de los ciegos", pues hasta estos la reconocen con solo rozarla. La ortiga, por común y abundante, es una de esas plantas cuyas virtudes y usos debería conocer todo amante de la naturaleza.
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En Alcublas además los niños la conocían antaño como “picamato”, y la utilizaban en un ritual-juego que realizaban el día de la “salpacia” o de la bendición de las casas al acabar la Semana Santa, consistente en machacar con sus mazas de madera las ortigas que previamente habían recogido, al tiempo que decían con algarabía: “picamato, si me picas te mato”.
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La descripción es innecesaria, pues todo el mundo conoce la ortiga. Lo que ya no es tan conocido es que, al lado de la ortiga mayor (Urtica dioica), que alcanza entre 50 y 150 centímetros y es la más común, suele crecer otra, la ortiga menor (Urtica urens) de unos 60 centímetros y picadura más rabiosa que su hermana mayor. Ambas tienen idénticas propiedades. Se suelen encontrar próximas a zonas habitadas, setos y caminos.
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Es mejor recolectar los brotes tiernos y las hojas, y desechar los tallos más duros. Las propiedades urticantes desaparecen con la cocción o 12 horas después de recolectada. La forma más sencilla de prepararlas es, después de lavarlas con unos guantes, hervirlas entre 10 y 15 minutos. Luego aliñarlas con aceite y sal. También es posible prepararlas en tortilla, sopas o puré. La ortiga como alimento aporta hierro, silicio y además contiene una importante cantidad de proteínas y vitaminas A, C y K.
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Una de las principales propiedades reconocidas de la ortiga es su efecto diurético, para que nos entendamos, las plantas diuréticas eliminan las toxinas de la sangre y a menudo aumentan temporalmente la secreción de orina, pero también está indicada para el tratamiento de afecciones reumáticas, hepáticas, gota, cálculos renales, diabetes y anemia.
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La ortiga también tiene una utilidad cosmética ya que embellece y limpia la piel. En estos casos se suelen usar aplicaciones de compresas empapadas en el jugo de la planta o el propio jugo usado como loción. Está indicada en afecciones cutáneas como acné, eccemas y, según algunos, incluso psoriasis, y se recomienda contra la caspa, para el aclarado como un acondicionador y, con muchísima frecuencia, contra la caída del cabello.
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Para preparar el jugo de ortiga se prensan las ortigas o se pasan por la licuadora. Para las infusiones, se recomiendan dos cucharaditas de hojas en 1/4 de litro de agua hirviendo, y dejar hervir durante 5 minutos. Se toma una taza por la mañana y otra por la noche durante 4 a 8 semanas.
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Respecto a la raíz, se hierven dos puñados en medio litro de agua y se usa como loción. Si queremos almacenar la planta en nuestro botiquín natural tenemos que dejarla secar a la sombra y luego las guardaremos en frascos o bolsitas. El periodo más adecuado para la recolección es entre mayo y Agosto, salvo en el caso de la raíz, que se recoge en otoño y se trocea antes de ponerla a secar.
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Para concluir, y como curiosidad, señalar que en el siglo XVI el médico y alquimista Paracelso indicaba que llevarla encima proporcionaba valentía y audacia, y también le permitía saber si un enfermo moriría o saldría de su enfermedad: echaba ortigas en la orina del paciente y las dejaba 24 horas. Si la planta se secaba, el paciente moriría, pero si permanecía verde, sobreviviría.
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