Los abejarucos, joyas del aire



Todas las primaveras, cuando los rayos del Sol comienzan a templar el aire, alguna borrasca procedente de África nos devuelven esa abundante vida de aves migratorias.
Ascienden por nuestra península en hordas, según especies, montadas sobre vientos cálidos favorables, volando hacia el norte, buscando por Europa sus lugares de nacimiento.
Ahora, nuestro entorno, se ha decorado con su abundante flora de múltiples colores que invitan a pasear por el campo, por nuestros montes. Pero unas pinceladas de color se han unido a la hermosura del paisaje. Pasan ante nosotros con elegantes planeos, mostrando su impresionante librea, mientras pinzan en el aire a los insectos.

Acompañan sus vuelos con su reclamo de alegres gorjeos y tras su captura regresan a su atalaya donde se encuentra su pareja. Son los Abejarucos.
Se instalarán en zonas abiertas, donde se encuentre algún talud arenoso. Allí se pelean por ocupar nidos anteriores o excavarán nuevos y profundos túneles, que amplían en el fondo para la cámara de nidificación. Esta técnica de excavación la realizan dos especies más: el Martín pescador y el Avión zapador.

Es una de esas cinco aves, llamadas coralinas, de extraordinaria belleza: Abubilla, Oropéndola, Carraca, Martín pescador y el Abejaruco, que enorgullecen a nuestra abundante y singular fauna ornitológica.
La observación de estas hermosísimas aves de ojos de rubí con ópticas de aproximación es francamente grata.
Sus presas serán insectos medianos y grandes, capturados en vuelo. Por ello y a causa de los plaguicidas, poco a poco, lentamente van disminuyendo los individuos que antes formaban abundantes grupos familiares.

Seis meses residirán en nuestras agraciadas tierras para envidia de la mayor parte de Europa, la del norte.
Cuando se agote el Agosto y comience Septiembre, la algarabía de abejarucos regresará hacia el Sur, para saltar el Estrecho de Gibraltar a lomos de alguna tormenta favorable, hacia esa África tropical y austral, de donde partieron.


Manuel Ambou Terradez

1 comentarios:

Manuel Ambou Terradez 10 de junio de 2010, 13:01  

Para el que flipa: Se trata de reducir la profundidad de campo. He utilizado una óptica potente de 500mm con un diafragma de f4 para ganar velocidad de disparo y por ello es tan pequeño el campo de enfoque que capta la cámara. De esta forma el fondo, que se encuentra a unos 75 m, sale totalmente desenfocado; esa era mi intención. Solo he realizado un pequeño retoque a la derecha del animal para oscurecer una mancha excesivamente clara que atraía la atención. Esta es una de las ventajas de la tecnología digital. Un saludo.

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